Página 1: Raíces de Fortaleza – Mi Comienzo
Mi nombre es María Isabel Montezuma Rodríguez. Nací y crecí en Caracas,
Venezuela, en el seno de una familia numerosa y diversa: soy la menor de dos hermanos
por parte del primer matrimonio de mi madre, y hermana mayor de tres más del
segundo. Esta mezcla de responsabilidades y referencias me dio desde joven una visión
amplia de lo que significa convivir, cuidar y aprender a equilibrar distintos mundos.
A los 17 años me convertí en madre. Esa experiencia transformadora no solo cambió el
rumbo que había imaginado para mi vida, sino que me enseñó el significado de la
responsabilidad, la fuerza interior y la capacidad de reinventarme. Lejos de rendirme,
decidí que mi maternidad sería el motor de mi desarrollo personal y profesional.
Estudié Administración de Empresas con mención en Recursos Humanos, y también
cursé estudios en la Universidad Simón Rodríguez. Trabajé desde muy joven mientras
estudiaba, impulsada por el deseo de ofrecer a mi hija una vida digna y de calidad,
apostando siempre por la educación privada y los valores sólidos
Página 2: Vocación, Trabajo y Ascenso
Mi primer empleo formal fue en Wendy’s, donde comencé como anfitriona y, tras tres
años de esfuerzo y aprendizaje, fui promovida a co-manager, participando incluso en la
apertura de una nueva sede. De manera paralela, también trabajé en un despacho de
abogados como secretaria. Ser madre, estudiante y trabajadora no fue fácil, pero esa
etapa fue fundamental para forjar la mujer resiliente que soy hoy.
Con el tiempo, mi carrera dio un salto importante y tuve el privilegio de trabajar en
reconocidas empresas como Digitel y Coca-Cola, donde adquirí experiencia en
atención al cliente, operaciones y gestión administrativa.
Más adelante, durante siete años, formé parte del Ministerio del Poder Popular para
la Educación Universitaria, desempeñándome en el despacho del Ministro y luego en
la Oficina de Protocolo, desde donde organizábamos reuniones con rectores de las 29
universidades del país, eventos institucionales e incluso actos presidenciales. Esta etapa
me permitió viajar, formarme en logística y protocolo, y ampliar mis horizontes
personales y profesionales.
Un Salto de Fe: Migrar, Aprender y Renacer
En el año 2014, decidí salir de Venezuela con el objetivo de estudiar inglés durante seis
meses en Malta. Sin embargo, la situación política y económica de mi país me obligó a
replantear mis planes. Lo que iba a ser una corta experiencia académica se convirtió en
una década de crecimiento personal, adaptación y evolución.
Durante esos diez años en Malta, aprendí un nuevo idioma, me adapté a una cultura
completamente distinta, cambié mis gustos, y sobre todo, descubrí que una mujer nunca
termina de reconstruirse. Vivir fuera de mi país me enseñó que la esencia no se pierde,
pero sí se transforma con cada experiencia.
Agradezco cada lección, cada desafío y cada momento de soledad que me forzó a
mirarme con honestidad y valorarme con compasión. Migrar me hizo más fuerte, más
sabia y mucho más humana.
Nueva Vida en Bélgica – Inspirar con Propósito
Hoy, después de más de una década fuera de Venezuela, llevo un año y medio
viviendo en Bélgica, agradecida por este nuevo capítulo. Aunque no es empezar de
cero, ya que traigo la mochila llena de aprendizajes de mi primera migración, sí
representa una nueva etapa, una nueva apuesta por mí y por mi bienestar emocional,
físico y espiritual.
Esta vez, tomé la decisión de empezar desde otro lugar: el de la conciencia plena,
sabiendo lo que valgo, lo que he superado y lo que deseo para mi futuro.
Mi participación en Miss Mama Modelo Latina no es solo un concurso: es la
oportunidad de representar a las mujeres que se han levantado después de la tormenta,
que han vuelto a empezar, que se han divorciado, reinventado y elegido la libertad por
encima del miedo.
Quiero que mi historia motive a quienes están estancadas, a quienes viven en una
relación que no las valora, a quienes se sienten atrapadas en una vida que ya no les
representa. Porque sí se puede empezar de nuevo, sí se puede renacer después de los
40, sí se puede brillar con cicatrices.
Página 5: Mi Estilo de Vida – Cuerpo, Mente y Propósito
Soy una mujer que vive con intención. Me considero disciplinada, responsable y
auténtica. Para mí, la lealtad es un valor que supera incluso al amor, porque el amor
puede construirse, pero los valores se llevan dentro, se viven, no se aprenden ni se
compran.
Una de mis mayores pasiones es el autocuidado integral. Me encanta el gimnasio, no
solo por los resultados físicos, sino porque es un espacio donde conecto conmigo
misma, donde libero, enfoco y fortalezco mi mente. Me gusta lo que veo en el espejo
porque sé que es el resultado de la constancia, la dedicación y el respeto por mí misma.
Disfruto profundamente cocinar y nutrirme con conciencia, descubrir recetas nuevas
que beneficien mi salud y se alineen con mi energía. Soy una convencida de que lo que
comemos tiene el poder de transformar cómo nos sentimos y cómo enfrentamos el día.
Estoy certificada como entrenadora para mujeres y en alimentación fitness, porque
creo que el conocimiento tiene más valor cuando se comparte.
Siempre me ha gustado ir contra la corriente, y uno de mis mayores actos de rebeldía
es demostrar que después de los 40 no se acaba nada: al contrario, la vida apenas
comienza. Me siento más viva, segura y plena que nunca. No quiero sentarme a esperar,
quiero levantarme a construir, inspirar, y seguir creciendo.
Mi misión es que más mujeres se miren con amor, se elijan con coraje y se
comprometan con ellas mismas. Porque el cambio empieza dentro, y la belleza
verdadera nace de cuidarte, conocerte y honrar tu historia
Sabor, Ritmo y Sueños – La Vida También Se Celebra
Más allá del esfuerzo, la disciplina y los retos superados, hay una parte de mí que abraza
la vida con alegría, sabor y ritmo. Porque también se vale disfrutar, reír a carcajadas,
brindar, bailar y saborear cada momento como si fuera único.
Los diez años que viví en Malta dejaron una huella profunda en mi estilo de vida. Allí
descubrí el placer de lo simple, de lo auténtico, de las cosas bien hechas. Desde
entonces, mi corazón tiene un rincón italiano: me enamoré de su cocina, su calidez y su
manera de celebrar la vida. Por eso, si me preguntas, te diré que mi cóctel favorito es un
refrescante Aperol Spritz, y que pocas cosas me reconfortan más que una pasta con
frutos del mar o un buen tiramisú para cerrar el día con dulzura.
Me encanta bailar, conocer gente, intercambiar historias y dejarme sorprender por lo
que cada persona trae consigo. Soy sociable, espontánea, curiosa por naturaleza. Creo
firmemente que cada conversación es una oportunidad para crecer, y cada risa
compartida es una medicina del alma.
Uno de mis grandes sueños es viajar por el mundo, descubrir culturas, probar sabores
nuevos, empaparme de espiritualidad, y seguir expandiendo mi mirada. Bali es uno de
esos destinos que me llama con fuerza: quiero vivir allí un tiempo, sentir su energía,
aprender de su gente, y respirar su equilibrio entre lo sagrado y lo cotidiano.
Hoy, celebro quién soy: una mujer que ha vivido, caído y vuelto a levantarse, pero que
también sabe brindar, gozar, nutrirse y soñar. Porque la vida también se honra con un
buen plato, una canción alegre, una charla profunda… y los pies descalzos listos para
bailar cuando la música del alma suena